FE – TRASCENDENCIA (Hb. 11, Lc. 17, 5-6)
Es la salida de sí mismo hacia algo o hacia alguien que no es él. No se puede negar esa apertura básica
del ser humano a lo que va más allá de sí mismo, a lo trascendente. Este término suele referirse
preferentemente a la relación del ser humano con Dios. Trascender hacia Dios significa entrar en
relación de amor con EL; por esto educar a la persona para la trascendencia es propiciarle el encuentro
amoroso con Dios, es llevarlo a la experiencia con Dios.
ESPIRITUALIDAD: (Jn. 14, 16-18; Gál. 5, 22-26; Gál. 6, 8)
Es el dinamismo que produce el Espíritu Santo en la vida del hombre y le permite alcanzar la santidad
a la que Dios nos llama desde toda la eternidad, y transmitirla a los demás con la palabra y el testimonio
de vida
VIDA (Jn. 14, 5, Jn. 14, 19)
La vida es un valor y un derecho natural, esencial a todo ser humano, independientemente de su sexo,
poder económico, prestigio o fe. La vida humana es condición de la vida eterna, a donde estás llamado
por Dios para gozar de Él eternamente. Por eso es tan valiosa a los ojos de Dios la vida terrena, y por
esto es también de un precio inestimable para nosotros. Por eso nos comprometemos a cuidar la vida
cuidando nuestro cuerpo y nuestra salud, protegiendo y defendiendo la vida propia, la de los demás y
conservando nuestro medio ambiente.
RESPONSABILIDAD (Gn. 3, 19; Rom. 14, 12; 2 Tesa. 3, 10-12)
Es la capacidad de respuesta que tiene cada uno ante su deber. Seremos responsables de nosotros
mismos, si nos conocemos bien a nosotros mismos, si hacemos fructificar nuestros valores y cualidades.
Seremos responsables con los demás, si tenemos una actitud de servicio, de disponibilidad, de
colaboración. Seremos responsables con Dios, si sabemos trascender nuestra existencia, dando sentido
a nuestra vida de modo no solo personal sino comunitario.
RESPETO: (Mc. 6, 20; 1Pe 2, 13)
Respetar es tratar humanamente a las personas, reconocer que el otro es, desde el punto de vista
cristiano tan real y semejante a nosotros, y a la vez, es un individuo, es decir, una totalidad en sí mismo
diferente de mí. Por tanto, respetar es reconocer la diferencia y semejanza de los demás con respecto
a nosotros mismos; es tratar de ponerse en el lugar del otro para comprenderlo desde adentro y
adoptar por un momento su propia perspectiva. Significa además valorar a los otros como sujetos de
derechos que no solo merecen nuestro reconocimiento, sino que también deben ser protegidos y
garantizados con nuestras acciones.
AMOR (Jn. 15, 12-14; Rom. 5, 6-8; 1Cor. 13, 4-7; 1Jn. 3,16; 1Jn. 4, 8-16)
El valor del amor es tener como ideal el bien común, el perfeccionamiento propio y el de los demás. El
amor es un proceso comunicativo (que implica el binomio emisor-receptor, con sus lenguajes,
codificaciones, canales de expresión…), dialéctico (que implica diversas fases o etapas: enamoramiento,
apego, convivencia), permanente (acompaña al ser humano en toda su existencia) y que alberga en su
interior el conocimiento, el autoconocimiento y el reconocimiento. El amor forma parte del proceso de
desarrollo y juega un papel muy importante en la construcción de la identidad de la persona y le permite
hacer parte integral de la comunidad.
JUSTICIA (Isaías 33, 15-16; 41, 10)
Es el valor por el cual la persona se esfuerza constantemente para dar a los demás lo que es debido de
acuerdo con el cumplimiento de sus propios deberes y de acuerdo con los derechos personales. Es dar
a cada quien lo que le corresponde.
ESPERANZA (Pro. 23, 18; Job 14, 7; Salmo 9, 18; 91, 9-10)
La esperanza es la actitud humana ante un bien que todavía no se posee pero se espera fundadamente
poder alcanzar. Como todas las vivencias primitivas, la esperanza no se deja definir, sino sólo describir
por referencia a la experiencia básica. El hombre que espera, es un hombre que alcanza esperando la
plenitud de lo que es. El hombre que espera se realiza a sí mismo en la espera de verse un día realizado.
Se hace más plenamente persona en su reconocimiento de que le falta algo todavía para serlo. Toda
esperanza humana se define así por un doble parámetro: El bien que se espera, primero; y en segundo
lugar, la garantía o el fundamento de lo prometido.
COMPROMISO (Núm. 30, 3; Isa. 56, 4-5)
El compromiso es un valor que nos permite realizar lo que somos y lo que pensamos. Es el valor que da
coherencia a nuestra vida ya que une la teoría y la praxis, nos lleva a lograr la continuidad entre lo que hacemos, sentimos y lo que pensamos. Hace que nuestras acciones vayan hasta las últimas
consecuencias.
FRATERNIDAD (2Pedro 1,5-8)
Es interesarse por los demás y no quedarse en las buenas intenciones esmerándose por ayudar de
manera efectiva cuando se encuentran en dificultades. Esta manera de ser es inspirada por el deseo de
sentirse útil y hacer el bien y se ve recompensada cuando las condiciones de vida de aquellos a quienes
se quiere ayudar mejoran.
HONESTIDAD (Salmo 5, 6; Prov. 11, 3)
Honestidad es la cualidad que define a una persona como integra y recta, que cumple con sus deberes
sin fraudes, engaños y trampas. Ser honesto es ser transparente, auténtico, de buena fe. En este
sentido, la honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás y guarda estrecha relación con
la veracidad y la franqueza. Ser honesto es una forma de acrecentar la autoestima en sí mismo y la
confianza en aquéllos con quienes estamos en contacto. La persona honesta, respeta lo que no le
pertenece, no oculta nada, siempre dice la verdad, no hay doblez de intención en sus actuaciones.
SERVICIO (Fil. 2, 3-5; Gál. 6, 2; Gál. 5, 13; Mc. 10, 45)
El servicio es una actitud de vida; es dar para facilitar el cumplimiento de un proceso, resolver una
necesidad, demanda o solicitud, y satisfacer expectativas de la persona. El servicio implica la cordialidad
y amabilidad en el trato, de modo que quienes entran en relación se sientan agradados. Servir supone
una franca actitud de colaboración y entrega hacia los demás. Por ello la persona servicial lo es en todas
partes, con acciones que contribuyen, aunque parezcan insignificantes, a hacer más ligera y placentera
la vida de los otros. La rectitud de intención será siempre la base para la realización de este valor. Servir
es dar de corazón, con buen humor, cariño y comprensión; dar de nosotros mismos tan sinceramente
como sea posible. Por eso se dice que sólo el que sirve con amor es retribuido con fidelidad. El servicio
es una actitud cristiana que contribuye en la construcción del Reino.
LIBERTAD (Gál. 5, 13-26; 1Pe. 2, 16)
Ser libre es aceptar y construir la propia condición humana; es hacer opciones, sabiendo porque las
hace, para adherirse a los valores que llevan a la realización personal. Nuestra libertad es la afirmación
de la persona con autonomía frente a sus posibilidades concretas; es la libertad de ser, una libertad que
lleva a ser, a progresar.